Este 5 de junio se celebra el natalicio de Doroteo Arango Arámbula, mejor conocido como Francisco Villa. Hijo de Agustín Arango y Micaela Arámbula, nació cerca de San Juan del Río, Durango en 1878.
Su cambio de nombre e inicio de una vida delictiva se da en 1894 cuando junto con sus hermanos Antonio e Hipólito, trabajaban en la hacienda de Gorgojito de la familia López Negrete.
De acuerdo con historiadores, el hacendado Agustín López Negrete, intentó raptar a su hermana, por lo que lo hirió de bala en una pierna y debió huir a la sierra para luego dedicarse a asaltar y robar ganado, al tiempo que cambió su nombre por el de Francisco Villa, en alusión a que su padre había sido hijo natural de Jesús Villa. También se cuenta que cambió su nombre porque desertó cuando fue reclutado a la fuerza por el ejército federal de 1901 a 1902.
Su aparición como caudillo de la Revolución Mexicana, se da en 1910 cuando se une al maderismo con su compadre Eleuterio Soto, y después, con Abraham González.
Ataca la Hacienda de Chavarría el 17 de noviembre de ese año y gracias a su audacia y sentido de organización destaca como jefe en las batallas que se libran contra el ejército federal en San Andrés, Santa Isabel, Ciudad Camargo, Las Escobas y Estación Bauche.
A partir de sus triunfos, la fama de Villa corre por toda la nación. También comienza a formarse su leyenda negra de bandido, asesino y saqueador. En la Hacienda de Bustillo, Francisco I. Madero le otorga el grado de Coronel. Vuelve a la vida civil como criador de ganado y carnicero después de la firma de los Tratados de Ciudad Juárez.
Integrado a la famosa División del Norte, que en ese momento era comandada por Victoriano Huerta, sufre desprecios por parte de los oficiales federales, sin embargo, logra ser ascendido a General Brigadier honorario.
Incómodo con la presencia de Villa en sus filas, Huerta lo increpa por incautar un caballo que deseaba otro oficial federal y ante el maltrato, el ‘Centauro del Norte’ expresa su deseo de dejar la División del Norte, razón por la cual Huerta lo acusa de rebelión y ordena fusilarlo por insubordinación; ya ante el cuadro de federales, por intervención del coronel federal Guillermo Rubio Navarrete, es enviado a la penitenciaría de la ciudad de México y después a la prisión militar de Santiago Tlatelolco. En el trayecto hacia la capital fracasan dos intentos de Huerta para que se le aplique la ley fuga.
Para finales de 1912, se fuga con la ayuda de Carlos Jáuregui, escribiente del juzgado de la cárcel, y logra llegar a El Paso, Texas, vía Toluca, Manzanillo y Mazatlán.
Inconforme y disgustado por el reconocimiento que los Estados Unidos otorgan a Venustiano Carranza, como Presidente de México, así como por el embargo de armas que le imponen los norteamericanos, el 10 de enero de 1916, en Santa Isabel, Chihuahua, da muerte a 18 estadounidenses que viajaban en un tren; y el 9 de marzo siguiente, asalta con 360 hombres la población fronteriza de Columbus, Nuevo México, en represalia porque se le impide el paso de pertrechos y se le congelan sus cuentas en el Colombus State Bank.
Los verdaderos propósitos de estos desafíos al presidente Woodrow Wilson, aún se discuten: lo financiaron empresarios estadounidenses para obligar a una invasión que les resultaba conveniente, o fueron los alemanes que lo estimularon para evitar que Estados Unidos entrara a la guerra en Europa, o el propio Villa pensó que si estallaba un conflicto, ante una invasión extranjera se provocaría una reacción nacionalista que le permitiría convocar a la formación de un frente de unión de todos los mexicanos, que le daría una oportunidad de encabezar esa lucha. Estas acciones harían de Villa un símbolo de la resistencia nacional contra el imperialismo norteamericano.
El ataque en Columbus fue el primero que sufriera Estados Unidos en el siglo XX, el siguiente fue hasta el 11 de septiembre de 2001, cuando cayeran las Torres Gemelas en Nueva York, como consecuencia de un ataque terrorista.
A la muerte de Carranza, amnistiado por el presidente Adolfo de la Huerta, Francisco Villa se retiró pacíficamente a la hacienda de Canutillo, en Durango, que el gobierno le donó para compensar sus servicios a la Revolución.
El 20 de julio de 1923 el popular caudillo, calificado simultáneamente como héroe y como villano, fue víctima de un atentado en su contra. Viajando en automóvil en compañía de sus lugartenientes hacia Parral, Chihuahua, el Centauro del Norte fue asesinado en una emboscada que le tendieron algunos de los múltiples enemigos que cosechó a lo largo de su vertiginosa vida.
Fuente: Unión de Guanajuato