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domingo, 13 de agosto de 2017

Luz Aguilar Zinser dejó reflexiones sobre el teatro colimense y su hacia dónde va. #CulturaColima




El Teatro Hidalgo fue sede de la mesa de diálogo con la crítica e investigadora teatral Luz Emilia Aguilar Zinser, actual codirectora artística de la Muestra Nacional de Teatro, quien hizo una serie de cuestionamientos y reflexiones a la comunidad artística sobre la función del teatro en Colima, su situación y hacia dónde va encaminada.

Como parte de la Muestra Estatal de Teatro Colima 2017 que organiza la Secretaría de Cultura del Gobierno del Estado y la Secretaría de Cultura Federal, Luz Emilia, quien ha colaborado en numerosas ocasiones como jurado para certámenes nacionales e internacionales de dramaturgia, puesta en escena y ensayo teatral, reflexionó acerca de
cuál es la relación del teatro con la sociedad, con la violencia y con la resilencia.

Lo anterior, en el sentido de reconocer que el teatro ha tenido una función muy importante para construir nuestra realidad, para reforzar las relaciones de poder que se dan en la sociedad, pero también para cuestionarlas, detonarlas y complejizarlas.

Partiendo de que la realidad es un sistema de valores impuesto, acordado, heredado, con un flujo dinámico de transformaciones, comentó que en la historia de Occidente el teatro ha sido una plataforma de transmisión, en muchos casos de imposición de un orden imaginario y a la vez en otras épocas ha sido un medio para ampliar identidades, incluir realidades humanas negadas en lo establecido y renovar los límites de nuestra emotividad y los códigos para transmitirla, para expresarnos.
“En la historia de la cultura, el teatro ha sido una plataforma de gran importancia para armar este dispositivo, las creencias son mucho más poderosas para sostener un orden, que todas las armas del mundo”.
Indicó que en el siglo XX México tuvo una historia muy importante en su teatro, en la construcción del lenguaje con bloques de resistencia, detonadores de cambio, foros de cuestionamiento político y ético. “En torno de la revolución mexicana vimos al teatro abordar reflexiones sobre la identidad nacional, sobre cómo integrarse al mundo. En los 50´s y 60´s el teatro se volvió un espacio de rebeldía y de liberación muy especialmente del cuerpo… lo que vimos fue la conquista de la desnudez desde el escenario. En los 70´s se tornó un frente político”.
Señaló que en la década de los 80´s y 90´s cuando empieza a escribir crítica teatral y a seguir cotidianamente el fenómeno, vio un proceso de ensimismamiento en el desarrollo del teatro, el cual fue conquistando por una gran calidad en la imagen, por la comodidad, volviéndose un poco vacío, en decadencia. “Mi observación a esto era que nuestro teatro tenía un velo ante lo que estaba pasando en el país, lo miraba a través de una obsesión por sus cánones, de un diálogo con los maestros, pero no en una exploración directa de lo real”.
Sin embargo, refirió que en los últimos 2 ó 3 años ha habido una renovación de lenguajes y se han formado grupos en los que hay colaboraciones entre los estados, algunos de ellos mencionó, hablan de la violencia en el país, aunque las temáticas acaban siendo redundantes o normalizadoras de la realidad, mientras que otros grupos han incidido de manera impactante en las comunidades.
Dijo que uno de los sentidos del teatro es trabajar para poder lograr que sea más equitativa la distribución de la herencia del conocimiento, de los cuestionamientos, de la capacidad de razonar y de reflexionar.
Finalmente abrió el diálogo a la comunidad teatral preguntándose ¿Por qué no se presenta hace tiempo el teatro de Colima en los foros nacionales?