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Obras que Transforman Vacuna antirrabica

jueves, 2 de noviembre de 2017

Trágico día de Muertos.. Por: Arturo Alejandro Fuentes. El municipio y pueblo de Comala, ubicado en la zona norte del estado de Colima, conocido anteriormente como Pueblo Blanco de América y en la actualidad englobado dentro de la estrategia federal de pueblos mágicos, goza de reconocimiento cultural a nivel internacional debido a la célebre novela “Pedro Páramo” obra e inspiración del escritor jalisciense Juan Rulfo y que narra la historia de espíritus y muertos que conviven en la población colimense, la cual dicho sea de paso, goza de envidiables bellezas naturales que detonando en una combinación con el misticismo de la zona se deriva a una región mágica que va más allá del programa gubernamental que ostenta, lo cual atrae a un alto porcentaje de turismo tanto nacional como mundial. El día de los fieles difuntos es para toda la nación, una manifestación popular identificada plenamente con la cultura mexicana, su origen tiene antecedentes que nos trasladan al mestizaje con fuerte influencia indígena y española que al combinarse dan vida a los ritos, costumbres y ceremonias que caracterizan a esta añeja y festiva tradición, la cual en la actualidad perdura con la visita de los familiares al panteón para limpiar el espacio, rezar, convivir, en algunos casos escuchar música y llevar algunas ofrendas a los seres queridos que ya se nos adelantaron. Con relativa calma transcurría aquel remoto viernes 2 de noviembre de 1979, ese día de muertos en una población que se caracteriza por su arraigada tradición aderezada con los colores y olores de un pueblo que sintetiza lo más mexicano de la nación, en esa enigmática noche -en la que por cierto se “estrenaba” en funciones la primera gobernadora en la historia política del país -, las familias comaltecas se trasladaban a sus hogares mientras en la presidencia municipal la tranquilidad cotidiana invadía al cuerpo policiaco. Serían aproximadamente de las 10:30 de la noche cuando de pronto escucharon unas detonaciones , por el rumbo de “los Aguajes” (a espaldas del edificio municipal), el comandante Jesús Ojeda conocido como “el cañón” en compañía de los policías Alberto Maciel y Antonio Hernández se dirigieron hacia donde escucharon los balazos cuando cerca del puente de la calle progreso en donde ahora se encuentra ubicado el restaurant “Antigua Comala” observaron que tres jóvenes caminaban con visibles muestras de embriaguez los guardianes les cuestionaron sobre los disparos a lo cual respondieron que al parecer “tiraron más adelante junto a la esquina”. Según publicaciones que en ese entonces realizó la prensa estatal, “el cañón” ordenó a sus subalternos proceder a “esculcar” a los transeúntes, para lo cual se acercaron a los individuos sin los debidos protocolos preventivos de seguridad, acto seguido uno de los tres sospechosos de nombre Rigoberto Preciado Herrera, desenfundó su escuadra 45 y con el grito “chingaron a su madre” a sangre fría y escudándose en sus dos acompañantes descargó el arma contra los gendarmes, ante lo sorpresivo del evento y ya herido el comandante Ojeda alcanzó a sacar su pistola de cargo disparando contra el agresor pero sin atinar en la humanidad de Rigoberto, los tres policías murieron instantáneamente en el lugar de los hechos. Sin mediar más de tres minutos llegaron a dicho escenario dos agentes más de la entonces reducida policía municipal, Juan Ramírez y Jesús López Jacobo, ya alertados de lo que acontecía éste último sacó su 38 especial logrando herir al atacante -Rigoberto Preciado quién en ese tiempo contaba aproximadamente con 27 años de edad- para de esa manera ser sometido, sus dos acompañantes huyeron sin que se pudiera conocer su identidad, en sus testimonios el agente sobreviviente López Jacobo comentaba que afortunadamente Rigoberto agotó las balas de su arma de lo contrario “si nos hubiera matado a todos”, señalaba con un dejo de entre alivió e impotencia por el fallecimiento de sus tres compañeros de funciones, del agresor quien era originario de la vecina población de San José del Carmen Jalisco, existen rumores que se tenía el antecedente de haber sido desarmado y detenido meses antes en una festividad de la comunidad jalisciense por los mismos policías y había ido a Comala para “ajustar cuentas”, aunque el parte oficial indicó que el individuo no contaba con antecedentes penales. Al siguiente día el trío de policías caídos en cumplimiento de sus funciones quienes dejaron a tres familias en el desamparo, fueron homenajeados y sepultados con los honores que todo agente honesto se merece, la gobernadora del estado, Griselda Alvarez Ponce de León, de inmediato tomó cartas en el asunto militarizando la policía municipal, instruyendo apoyo para las familias de los fallecidos y por su evidente peligrosidad envió al detenido Rigoberto Preciado a una Prisión de alta seguridad del estado de Jalisco del cual al paso de los años no se supo más de él. En los actuales tiempos en que la inestabilidad e inseguridad por las que atraviesa la nación es una real amenaza para la ciudadanía, se nos facilita el criticar cuando los agentes policiales actúan de manera “exagerada” en los protocolos de detención o revisión, cuántas veces no decimos “nos trataron como viles delincuentes” pero debemos de estar conscientes de que los policías a diario arriesgan su vida, y la naturaleza de su función les exige un actuar de manera estricta pero siempre garantizando el estado de derecho. Como popularmente se dice “la burra no era arisca, los palos la hicieron. Claudette Beal November 02, 2017 at 09:26PM


Colima Antiguo http://ift.tt/2zsBNwq Trágico día de Muertos.. Por: Arturo Alejandro Fuentes. El municipio y pueblo de Comala, ubicado en la zona norte del estado de Colima, conocido anteriormente como Pueblo Blanco de América y en la actualidad englobado dentro de la estrategia federal de pueblos mágicos, goza de reconocimiento cultural a nivel internacional debido a la célebre novela “Pedro Páramo” obra e inspiración del escritor jalisciense Juan Rulfo y que narra la historia de espíritus y muertos que conviven en la población colimense, la cual dicho sea de paso, goza de envidiables bellezas naturales que detonando en una combinación con el misticismo de la zona se deriva a una región mágica que va más allá del programa gubernamental que ostenta, lo cual atrae a un alto porcentaje de turismo tanto nacional como mundial. El día de los fieles difuntos es para toda la nación, una manifestación popular identificada plenamente con la cultura mexicana, su origen tiene antecedentes que nos trasladan al mestizaje con fuerte influencia indígena y española que al combinarse dan vida a los ritos, costumbres y ceremonias que caracterizan a esta añeja y festiva tradición, la cual en la actualidad perdura con la visita de los familiares al panteón para limpiar el espacio, rezar, convivir, en algunos casos escuchar música y llevar algunas ofrendas a los seres queridos que ya se nos adelantaron. Con relativa calma transcurría aquel remoto viernes 2 de noviembre de 1979, ese día de muertos en una población que se caracteriza por su arraigada tradición aderezada con los colores y olores de un pueblo que sintetiza lo más mexicano de la nación, en esa enigmática noche -en la que por cierto se “estrenaba” en funciones la primera gobernadora en la historia política del país -, las familias comaltecas se trasladaban a sus hogares mientras en la presidencia municipal la tranquilidad cotidiana invadía al cuerpo policiaco. Serían aproximadamente de las 10:30 de la noche cuando de pronto escucharon unas detonaciones , por el rumbo de “los Aguajes” (a espaldas del edificio municipal), el comandante Jesús Ojeda conocido como “el cañón” en compañía de los policías Alberto Maciel y Antonio Hernández se dirigieron hacia donde escucharon los balazos cuando cerca del puente de la calle progreso en donde ahora se encuentra ubicado el restaurant “Antigua Comala” observaron que tres jóvenes caminaban con visibles muestras de embriaguez los guardianes les cuestionaron sobre los disparos a lo cual respondieron que al parecer “tiraron más adelante junto a la esquina”. Según publicaciones que en ese entonces realizó la prensa estatal, “el cañón” ordenó a sus subalternos proceder a “esculcar” a los transeúntes, para lo cual se acercaron a los individuos sin los debidos protocolos preventivos de seguridad, acto seguido uno de los tres sospechosos de nombre Rigoberto Preciado Herrera, desenfundó su escuadra 45 y con el grito “chingaron a su madre” a sangre fría y escudándose en sus dos acompañantes descargó el arma contra los gendarmes, ante lo sorpresivo del evento y ya herido el comandante Ojeda alcanzó a sacar su pistola de cargo disparando contra el agresor pero sin atinar en la humanidad de Rigoberto, los tres policías murieron instantáneamente en el lugar de los hechos. Sin mediar más de tres minutos llegaron a dicho escenario dos agentes más de la entonces reducida policía municipal, Juan Ramírez y Jesús López Jacobo, ya alertados de lo que acontecía éste último sacó su 38 especial logrando herir al atacante -Rigoberto Preciado quién en ese tiempo contaba aproximadamente con 27 años de edad- para de esa manera ser sometido, sus dos acompañantes huyeron sin que se pudiera conocer su identidad, en sus testimonios el agente sobreviviente López Jacobo comentaba que afortunadamente Rigoberto agotó las balas de su arma de lo contrario “si nos hubiera matado a todos”, señalaba con un dejo de entre alivió e impotencia por el fallecimiento de sus tres compañeros de funciones, del agresor quien era originario de la vecina población de San José del Carmen Jalisco, existen rumores que se tenía el antecedente de haber sido desarmado y detenido meses antes en una festividad de la comunidad jalisciense por los mismos policías y había ido a Comala para “ajustar cuentas”, aunque el parte oficial indicó que el individuo no contaba con antecedentes penales. Al siguiente día el trío de policías caídos en cumplimiento de sus funciones quienes dejaron a tres familias en el desamparo, fueron homenajeados y sepultados con los honores que todo agente honesto se merece, la gobernadora del estado, Griselda Alvarez Ponce de León, de inmediato tomó cartas en el asunto militarizando la policía municipal, instruyendo apoyo para las familias de los fallecidos y por su evidente peligrosidad envió al detenido Rigoberto Preciado a una Prisión de alta seguridad del estado de Jalisco del cual al paso de los años no se supo más de él. En los actuales tiempos en que la inestabilidad e inseguridad por las que atraviesa la nación es una real amenaza para la ciudadanía, se nos facilita el criticar cuando los agentes policiales actúan de manera “exagerada” en los protocolos de detención o revisión, cuántas veces no decimos “nos trataron como viles delincuentes” pero debemos de estar conscientes de que los policías a diario arriesgan su vida, y la naturaleza de su función les exige un actuar de manera estricta pero siempre garantizando el estado de derecho. Como popularmente se dice “la burra no era arisca, los palos la hicieron. Claudette Beal

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