Acaba la ceremonia de los Oscar y empieza la fiesta. Sales del teatro Dolby, subes dos tramos de escaleras y ahí está el Baile de los Gobernadores de la Academia, la fiesta de nominados y famosos en la que caben aproximadamente mil 500 personas, menos de la mitad de los invitados a la ceremonia.
Guillermo del Toro no da abasto a saludar con sus dos estatuillas en la mano. Es el cuarto Oscar mexicano en los últimos cinco años. En la fiesta está el ganador de dos de ellos, Alejandro González Iñárritu.
Cuando le comentamos este dato, suelta una de sus enormes carcajadas: “¡Vamos a construir un muro de puros Oscar!”.
“Es muy hermoso”, dice Iñárritu a El País después de abrazarse con Gary Oldman, que se cruza con él cuando venía de grabar su nombre en la estatuilla.
“La película de Guillermo toca el corazón, y cuando una película toca el corazón, no hay competencia. El corazón de El Gordo es tan grande, está tan lleno de cosas. El Gordo come cultura. Tiene tanta sensibilidad y tanta generosidad que su corazón va a explotar”.
Fuente: El País