"Sí, es posible ser la novia y llevar zapatos planos”; “Vestidos que quedan mejor con zapatillas”; “Las zapatillas de deporte que están de moda este año”. Titulares como estos ocupan cada día las páginas web de las revistas de tendencias. En las últimas semanas de la moda, las fotos de street style y sus protagonistas influencers, abrazaron la tendencia de la ugly sneaker o la zapatilla deportiva fea gracias a que una de las marcas fetiches, Louis Vuitton, se lo puso en bandeja. De Gala González a Leandra Medine, han lucido el modelo en sus cuentas de Instagram.
De acuerdo con Irene Castro de El País, "las ventas de los zapatos de tacón cayó un 12% el año pasado, mientras las de las zapatillas de deporte de mujer aumentaron un 37% hasta los 2.300 millones de dólares".
Los años de adoración al tacón alto, los años en los que parecía que los 10 centímetros de los Manolos de Carrie Bradshaw valían para pasear por Manhattan, ir de cóctel o ir a la oficina han pasado. Al menos, ya no tienen la exclusiva de las pasarelas, las alfombras, los escaparates o las aceras.
Las razones son varias. Está la tendencia al alza de una vida más activa y saludable incompatible con tacones imposibles. Cuantos más pasos mida la pulsera de actividad, mejor, y con tacones se anda menos. Aquello que hacían (y siguen haciendo) las ejecutivas norteamericanas de ir a la oficina en deportivas y guardar los tacones debajo de la mesa, a lo Armas de mujer, se va perdiendo. El recambio de calzado cada vez sale menos a pasear. Y esto ocurre, por un lado, porque las firmas de moda se han puesto al día y diseñado bailarinas o zapatos planos que puede sustituir la elegancia de un tacón. Como es el caso de Marc Jabobs. Y, por otro, porque las firmas deportivas han acelerado la creación de modelos no son solo útiles para el gimnasio.
La reivindicación del no-tacón ha llegado hasta el mundo virtual. Cuando la publicista Florie Hutchinson hizo una propuesta formal de incluir el emoji de una bailarina al lenguaje de signos pensando en sus tres hijas. “Espero criar a tres mujeres que estén orgullosas de llevar zapato plano y tengan un emoji que confirme que su altura y largo de su pierna son perfectos tal y como son”, escribió. Y lo ha conseguido. El reino del tacón virtual, en sus tres versiones (stiletto rojo, bota y sandalia), también se acabará pronto; y después del debate mediático que generó lo que defiende su creadora es la posibilidad de escoger el que cada mujer quiera.
En el Festival de Cannes, por ejemplo, ya no se volverán a atrever a imponer una altura mínima de tacón después de que Julia Roberts subiera las escaleras del Palais descalza. O que Kristen Stewart y muchas otras actrices tacharan a los organizadores de sexistas por esa norma. “Si no les pides a los hombres que se pongan tacones y un vestido, no me lo puedes pedir a mí”, dijo Stewart el año pasado, en ese mismo Festival, y en el último momento decidió sustituir sus zapatillas por un tacón para pasear su vestido de Chanel, porque le apeteció no porque se lo mandaran.
Fuente: El País
De acuerdo con Irene Castro de El País, "las ventas de los zapatos de tacón cayó un 12% el año pasado, mientras las de las zapatillas de deporte de mujer aumentaron un 37% hasta los 2.300 millones de dólares".
Los años de adoración al tacón alto, los años en los que parecía que los 10 centímetros de los Manolos de Carrie Bradshaw valían para pasear por Manhattan, ir de cóctel o ir a la oficina han pasado. Al menos, ya no tienen la exclusiva de las pasarelas, las alfombras, los escaparates o las aceras.
Las razones son varias. Está la tendencia al alza de una vida más activa y saludable incompatible con tacones imposibles. Cuantos más pasos mida la pulsera de actividad, mejor, y con tacones se anda menos. Aquello que hacían (y siguen haciendo) las ejecutivas norteamericanas de ir a la oficina en deportivas y guardar los tacones debajo de la mesa, a lo Armas de mujer, se va perdiendo. El recambio de calzado cada vez sale menos a pasear. Y esto ocurre, por un lado, porque las firmas de moda se han puesto al día y diseñado bailarinas o zapatos planos que puede sustituir la elegancia de un tacón. Como es el caso de Marc Jabobs. Y, por otro, porque las firmas deportivas han acelerado la creación de modelos no son solo útiles para el gimnasio.
La reivindicación del no-tacón ha llegado hasta el mundo virtual. Cuando la publicista Florie Hutchinson hizo una propuesta formal de incluir el emoji de una bailarina al lenguaje de signos pensando en sus tres hijas. “Espero criar a tres mujeres que estén orgullosas de llevar zapato plano y tengan un emoji que confirme que su altura y largo de su pierna son perfectos tal y como son”, escribió. Y lo ha conseguido. El reino del tacón virtual, en sus tres versiones (stiletto rojo, bota y sandalia), también se acabará pronto; y después del debate mediático que generó lo que defiende su creadora es la posibilidad de escoger el que cada mujer quiera.
En el Festival de Cannes, por ejemplo, ya no se volverán a atrever a imponer una altura mínima de tacón después de que Julia Roberts subiera las escaleras del Palais descalza. O que Kristen Stewart y muchas otras actrices tacharan a los organizadores de sexistas por esa norma. “Si no les pides a los hombres que se pongan tacones y un vestido, no me lo puedes pedir a mí”, dijo Stewart el año pasado, en ese mismo Festival, y en el último momento decidió sustituir sus zapatillas por un tacón para pasear su vestido de Chanel, porque le apeteció no porque se lo mandaran.
Fuente: El País