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jueves, 5 de abril de 2018

Estudian plaguicidas en ecosistemas mexicanos y su impacto en la salud



El Instituto de Ciencias del Mar y Limnología, a través del Laboratorio de Contaminación Marina de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), estudia la presencia de plaguicidas organoclorados (OC) en ecosistemas mexicanos y el impacto que sus altas concentraciones provocan en el ambiente y salud humana.

Dicha investigación se trabaja en conjunto con especialistas de instituciones como el Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo A.C. (CIAD), el Centro Nayarita de Innovación y Transferencia de Tecnología, A.C. (Cenitt), la Facultad de Medicina de Yucatán, la Universidad de Sonora, así como el Centro de Investigación y Estudios Avanzados (Cinvestav) del Instituto Politécnico Nacional (IPN), entre otros.

Concentraciones peligrosas

De acuerdo con Guadalupe Ponce, durante décadas han visto la acumulación de restos de plaguicidas en diferentes ecosistemas de las zonas que monitorean, como los ecosistemas costeros del Pacífico Norte, golfo de México y Pacífico Sur, sus concentraciones en las poblaciones humanas y el impacto ambiental y a la salud humana que esto conlleva.

Campeche, Chiapas, Estado de México, Morelos, Nayarit, Puebla, Sinaloa, Sonora, Tabasco, Tamaulipas, Veracruz y Yucatán son las entidades que más plaguicidas usan en el país y las consecuencias de su empleo se reflejan en la acumulación de sus restos en los ecosistemas terrestres y acuáticos.

Tan solo en México se comercializa un estimado de cien mil toneladas de estos compuestos, lo que equivale a cuatro por ciento del consumo mundial, y en 2017 la Dirección General de Epidemiología (DGE) reportó cerca de cuatro mil casos de intoxicaciones por plaguicidas en 2016.

Plaguicidas en fauna silvestre

Guadalupe Ponce mencionó que estos compuestos tienen propiedades lipofílicas; es decir, los plaguicidas tienen la capacidad de acumularse en los tejidos de los organismos, de esta manera aumenta su vida media —la cual puede ser de veinte años— y pasa a diferentes eslabones de la cadena alimenticia en un fenómeno conocido como biomagnificación.

“Existen datos científicos de acumulación en organismos donde nunca han sido aplicados plaguicidas en sus ambientes, y te estoy hablando de organismos de los polos, y esto se debe a su rápida distribución y acumulación en la biósfera”.

En este sentido, estudios de mamíferos marinos del Noroeste de México indican la presencia de plaguicidas, especialmente de DDT, en el tejido graso de ballenas, delfines y lobos marinos.

Para los reptiles, por ejemplo, muestreos de huevos de tortuga carey de siete campamentos tortugueros de la costa de Campeche registraron resultados de DDT hasta de 2.1 µg/g, así como concentraciones de metoxicloro en sangre de tortuga verde.

La situación no difiere con el resto de las especies, pues las concentraciones de plaguicidas en la fauna silvestre se extiende a anfibios, aves e insectos de las zonas costeras del país con influencia agrícola.