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miércoles, 23 de mayo de 2018

Un provinciano en la ciudad. Tener una cita en la CDMX. Por Fer Montes de Oca.






Foto:MobileSyruop

Tener una cita en la CDMX.


3:03 de la madrugada. El Uber bromea sobre lo tarde (o temprano) que Diego regresa a casa. Saca el celular y pone el número telefónico de Sofía en el buscador de Facebook. Nada aparece. Prueba ahora con su nombre y apellido. Después de husmear en varios perfiles, encuentra el correcto. Diego echa un vistazo rápido de sus fotos de perfil, sus posteos públicos y demás información que se encuentra disponible. ¿Serán compatibles?, ¿es guapa y fotogénica?, ¿le gusta salir de fiesta?, ¿qué intereses tienen en común? Su mente vuela.


Diego, esto debe parar. 


El joven, casi entrado en sus treintas, se da cuenta que es una práctica insana y repetitiva que comete con todas las personas que conoce en aplicaciones de citas como Tinder o Bumble: platican un par de días por la aplicación, se pasan sus teléfonos y la charla “evoluciona” al whatsapp. Deciden salir a un café o a un bar. En la plática de esa noche, hablan sobre el trabajo, la familia e intereses generales. 

Diego se da cuenta que en los últimos meses ha platicado varias veces las mismas historias.
It’s a Match!

Según la Asociación Mexicana de Internet, en México existen 65 millones de personas con acceso a web, y que 83 % del total son usuarios con una una aplicación de citas. El mismo estudio arroja que en nuestro país se realizan 3 millones de “matches” al mes. No es de sorprenderse que el ligue online sea una forma conocer personas. Aquí en la Ciudad, la gente vive apresurada, trabaja mucho y pasa gran parte de su día en el servicio de transporte público. Además, por la cantidad de personas que viven en la capital, los “swipes” parecen interminables, cosa que no sucede en provincia. 

El problema es que terminamos acumulando un montón de “posibles citas” y creando “posibles escenarios” con aquellos o aquellas con los que sí decidimos salir. Tener acceso a tanta información pública en redes sociales nos hace idealizar a la persona con la que estamos comenzando a conocer: fotografías en Instagram de lugares que también hemos visitado, tuits que nos hacen creer que piensan como nosotros o shares de publicaciones de páginas que también nosotros seguimos. Basta con eso.

Decidí dejar las apps de citas 

En Colima llegué a usar Tinder, una aplicación para encontrar pareja de forma online. Solamente necesitas una cuenta de Facebook para entrar y la app analiza tu perfil buscando datos en común con que tus parejas potenciales. A los pocos meses de pisar el DF, mi roomie Mayra me mostró “las maravillas” de Bumble. Es muy parecida a Tinder, pero con la diferencia de que las mujeres dan el primer paso. Sí, digamos que hago match con Lorena, bien, yo no puedo mandarle mensaje hasta que ella inicie la conversación y me salude primero. Por cierto, solo tiene 24 horas para hacerlo. 

Llegó un momento donde tenía ambas aplicaciones. Qué mal. Hace meses decidí cerrar Tinder y, hace unas semanas, hice lo propio con Bumble. No había necesidad. Mi discurso se estaba volviendo tan repetitivo y cansado. Creo que fue lo mejor.

Lo que aprendí

Bien. Si te sirve, sigue usando Tinder, pero deja de stalkear a tus ligues en redes sociales. Debemos dejar de idealizar a la gente. ¿Qué tal si hacemos una deducción errónea? Basta con el stalkeo masivo después de la primera cita. Hay que bajarle dos rayitas a nuestro amor moderno. Dejemos de contar la mismas historias y crear las mismas “rutinas de apareamiento”. Sí a la segunda cita para conocer más a fondo a esa persona. Adiós a las oleadas de intensidad. No nos llevará a nada realmente bueno. Deja que fluya.





Soy Fernando. A los 27 años me mudé a la Ciudad de México con un montón de miedos que se han ido quitando conforme pasa el tiempo. Cito a Colima en casi todas mis conversaciones.
Twitter: @NandoDeOca
Instagram: @NandoDeOca