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jueves, 7 de junio de 2018

“Desde que los hermanos Anguiano asesinaron de una manera tan alevosa a Leonardo Suárez, la rivalidad entre Anguianos y Suárez se ha despertado de una manera provocadora, terrible. Mauricio Anguiano, uno de los protagonistas de esta novela histórica, emparentado políticamente con la familia Suárez, había purgado en la cárcel municipal de Colima una condena de tres años de prisión, como responsable del asesinato de Leonardo, y puede decirse que Mauricio era el más encarnizado de los enemigos de los Suárez. Del matrimonio de Mauricio Anguiano y una Suárez nacieron varios hijos, que en vez de ser un vínculo que reconciliara los odios suscitados entre la familia, parece que han venido a constituir la eterna discordia, el eterno rencor. Si en aquel pueblecillo de Los Tepames donde habitaba la familia de los Suárez se deslizaba la vida un tanto feliz , en el hogar de Mauricio se arrastraba terrible y amenazadora, en eterna lucha por la venganza, que el odio mal contenido había sugerido al que ya una vez fue asesino de su propia familia. La vendetta de San Miguel de la Unión se preparaba sórdida y amenazadora. La vida un tanto disipada de los Anguiano había sido causa de que su patrimonio, reducido a la razón a un pequeño potrero colindante con el rancho de los Suárez, fuese paulatinamente reduciéndose hasta convertirse en poco menos que un pedazo de tierra estéril. Fue entonces cuando el interés del dinero, ese maldito interés que arrastra hasta el crimen y hasta el patíbulo, se mezcló al deseo de venganza, y fue entonces cuando Mauricio, comenzó a premeditar el crimen nefando que más tarde se consumó de la manera más cínica y villana. Fue entonces cuando desoyendo la voz de la sangre, cuando desoyendo hasta los naturales instintos humanitarios, dio vida en su cerebro a la idea del asesinato que había de empapar nuevamente sus manos con la inocente sangre de los Suárez, ya una vez derramada. Pero ya en él se había entrañado a tal grado el deseo de venganza, que este deseo sólo podría saciarse con sangre de los Suárez. Aquel pedazo de tierra que colindaba con su potrero, aquel ranchito que rendía tan preciosos frutos a la viuda de los Suárez, fue entonces el motivo de sus miras y ambiciones, y para hacerlo suyo no reparaba en nada, fuese lo que fuese; no retrocedería ante nada, sucediese lo que sucediese. Cuando por algún negocio, por alguna necesidad urgente se veía precisado algún Suárez a venir desde Los Tepames hasta Colima, procuraba evadir un encuentro con cualesquiera de los Anguiano; éstos por el contrario no sólo evitaban el encuentro sino que lo procuraban y entonces parecía que el deseo de la venganza se alzaba cada vez más y más vivo, más y más amenazador. No eran cobardes los Suárez ni carecían de valor para hacer frente a sus adversarios, pero siempre comedidos y prudentes rehuían el encuentro porque pudiese ser de fatales consecuencias. En una ocasión, no encontrando coyuntura propicia los hermanos Anguiano para reñir con los Suárez, llevaron al extremo su imprudencia allanando la morada de éstos disparando sus carabinas con el fin premeditado de asesinarlos en su propia casa. Si allí no se registró entonces un crimen horrendo, fue obra de la verdadera casualidad. De entonces acá Aguianos y Suárez, se convirtieron en Capuletos y Montescos, en eternos vengadores de una misma causa...” *Fragmento de la Novela histórica El crimen de Los Tepames. Emilio Rodríguez Iglesia. 1ª. Edición 1909. Claudette Beal June 07, 2018 at 10:34AM


Colima Antiguo https://ift.tt/2sMLyQs “Desde que los hermanos Anguiano asesinaron de una manera tan alevosa a Leonardo Suárez, la rivalidad entre Anguianos y Suárez se ha despertado de una manera provocadora, terrible. Mauricio Anguiano, uno de los protagonistas de esta novela histórica, emparentado políticamente con la familia Suárez, había purgado en la cárcel municipal de Colima una condena de tres años de prisión, como responsable del asesinato de Leonardo, y puede decirse que Mauricio era el más encarnizado de los enemigos de los Suárez. Del matrimonio de Mauricio Anguiano y una Suárez nacieron varios hijos, que en vez de ser un vínculo que reconciliara los odios suscitados entre la familia, parece que han venido a constituir la eterna discordia, el eterno rencor. Si en aquel pueblecillo de Los Tepames donde habitaba la familia de los Suárez se deslizaba la vida un tanto feliz , en el hogar de Mauricio se arrastraba terrible y amenazadora, en eterna lucha por la venganza, que el odio mal contenido había sugerido al que ya una vez fue asesino de su propia familia. La vendetta de San Miguel de la Unión se preparaba sórdida y amenazadora. La vida un tanto disipada de los Anguiano había sido causa de que su patrimonio, reducido a la razón a un pequeño potrero colindante con el rancho de los Suárez, fuese paulatinamente reduciéndose hasta convertirse en poco menos que un pedazo de tierra estéril. Fue entonces cuando el interés del dinero, ese maldito interés que arrastra hasta el crimen y hasta el patíbulo, se mezcló al deseo de venganza, y fue entonces cuando Mauricio, comenzó a premeditar el crimen nefando que más tarde se consumó de la manera más cínica y villana. Fue entonces cuando desoyendo la voz de la sangre, cuando desoyendo hasta los naturales instintos humanitarios, dio vida en su cerebro a la idea del asesinato que había de empapar nuevamente sus manos con la inocente sangre de los Suárez, ya una vez derramada. Pero ya en él se había entrañado a tal grado el deseo de venganza, que este deseo sólo podría saciarse con sangre de los Suárez. Aquel pedazo de tierra que colindaba con su potrero, aquel ranchito que rendía tan preciosos frutos a la viuda de los Suárez, fue entonces el motivo de sus miras y ambiciones, y para hacerlo suyo no reparaba en nada, fuese lo que fuese; no retrocedería ante nada, sucediese lo que sucediese. Cuando por algún negocio, por alguna necesidad urgente se veía precisado algún Suárez a venir desde Los Tepames hasta Colima, procuraba evadir un encuentro con cualesquiera de los Anguiano; éstos por el contrario no sólo evitaban el encuentro sino que lo procuraban y entonces parecía que el deseo de la venganza se alzaba cada vez más y más vivo, más y más amenazador. No eran cobardes los Suárez ni carecían de valor para hacer frente a sus adversarios, pero siempre comedidos y prudentes rehuían el encuentro porque pudiese ser de fatales consecuencias. En una ocasión, no encontrando coyuntura propicia los hermanos Anguiano para reñir con los Suárez, llevaron al extremo su imprudencia allanando la morada de éstos disparando sus carabinas con el fin premeditado de asesinarlos en su propia casa. Si allí no se registró entonces un crimen horrendo, fue obra de la verdadera casualidad. De entonces acá Aguianos y Suárez, se convirtieron en Capuletos y Montescos, en eternos vengadores de una misma causa...” *Fragmento de la Novela histórica El crimen de Los Tepames. Emilio Rodríguez Iglesia. 1ª. Edición 1909. Claudette Beal

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