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lunes, 18 de junio de 2018

PROFR. DON GREGORIO TORRES QUINTERO. Por: Maria G Ringwald Los pollitos dicen ¡pio! ¡pio! ¡pio! cuando tienen hambre cuando tienen frío. Cantan las voces frescas y alegres de los niños del primer grado escolar; mientras la maestra frente al pizarrón con la regla en la mano, sigue señalando las estrofas de la canción infantil: La gallina busca, el maíz y el trigo, les de la comida y les presta abrigo. El Pequeño Gran libro en las manos de los niños nos hace recordar ¡cuántas generaciones aprendieron a leer y escribir con el “Método Onomatopéyico” del ilustre Profesor don Gregorio Torres Quintero. Bajo sus dos alas acurrucaditos, hasta el otro día duermen los pollitos. Los niños unen sus manitas y se recuestan sobre ellas fingiendo ser pollitos en busca del calor materno. Y continúa leyendo una niña: La luna brilla en el cielo las estrellas se ven pálidas ahora, ¡qué suave es la luz de la luna!. Parece de plata. La noche es bella, ¡que noche tan linda! ¡que plácida! ¡-cuéntanos un cuento abuelita! “Una zorra fue a beber agua, La noche era de luna, como ahora, y vio a la luna en la laguna, ¡alla está un queso adentro!, dijo ¡ahora si que me lo ceno! y ¡zaz! ¡se echó de cabeza al agua fría! ¡como ríen los niños de la zorra tonta!, y observándolos vienen a la mente los recuerdos infantiles y ¿quién de las generaciones -de antes de la Reforma Escolar- recuerda la dulzura y sencillez de:? Ayer, mamita, sin que me vieran, cogí un rosquillo de la despensa, y en el instante mi mano tiembla: ¿ quien de este susto la causa era? -El gusanillo de la conciencia. Dulce conciencia, ¿quién no guardó en su infancia dentro de su conciencia un “pecadillo” de tal naturaleza?. ¡Recordad!... que es dulce volver a vivir. Y no tan sólo el inolvidable Maestro Torres Quintero, nos dejó escrita su poesía en esta inapreciable joya, orgullo de los Colimenses y de la nación entera; sino que también nos dejó las perlas de su sabiduría: “La boca del maldiciente es venenosa serpiente”. O “Bella es la luz de la mañana bello el fulgor de la estrella pero es mas bella, mas bella, el alma que el bien adora”. Y se eleva el espíritu. Y se afianzan los cimientos de una juventud sana, fuerte, que recibe estas perlas poco a poco… y así, ¿Quién al ver al sol no se hizo la misma pregunta cuando niño fue? ¡Oh sol rutilante! ¡Sol madrugador! ¡Cuán temprano sales a enviar tu fulgor!. Ayer te ocultaste después que jugué! ¿En dónde dormiste la noche que fué?. Yo no duermo niña hasta China fui, alumbré a los moros y a los negros vi. Y tiembla la tierna mente infantil y no alcanza a comprender ¿ hasta dónde están los moros? Y… ¿Quiénes son los moros? Y duda… y duda… y la duda permanece. Y los moros crecen dentro de su fantasía y se convierten en seres gigantescos con un solo ojo en la frente y persiguen a los niños… y ahí quedan “los moros” almacenados en el rincón de los recuerdos infantiles. Y se sigue tejiendo la fantasía: Culebrita: ¿quieres volar un rato? asi le dijeron dos garzas blancas -Gracias, contestó. No tengo alas. -Te llevaremos colgada de un palito. lo coges con la boca, pero callada. -¡Cuan amables! ¡Si! Volare un rato. Y al verla colgada entre las garzas unos niños dijeron: -¡Ja! ¡ja! ¡ja! ¿Una culebra volando? ¡Que extraño! Las culebras son bobas y no vuelan. -¿Quién dice que no vuelo? Dijo ella Pero al hablar se soltó… ¡y se mató!. Volar… volar… ¿Qué se sentirá volar? Y la tierna mente infantil se eleva por los montes y por los valles y vuela… y vuela en su imaginación por los espacios siderales… hasta que alguien la baja de los cielos, con un… -¡ Niña! ¿Qué estás haciendo? ¡tú siempre en la luna!. Y así, siguen forjándose los cimientos firmes y poderosos: -“Nunca mires reverente al rico por su riqueza Ni desprecies insolente al pobre por su pobreza”. Y se va forjando la dignidad del ser humano por siempre y para siempre; pero no siempre se puede hacer ni tenerlo todo y algunas veces… de vez en cuando… la fantasía vuelve a la realidad y el dolor hunde al ser humano, no obstante se aprende que: “Nunca al dolor te abandones no te entregues al placer, procura siempre tener mas fuerza que tus pasiones”. O afirmando nuestro nacionalismo: Soy mexicano porque nací en esta tierra mexicana que yo adoro. Maestro Torres Quintero, ¡Cuánto admiro su sabiduría!: Una vez el volcán en la sierra le dijo a la ardilla veloz: ¿Qué vales, ardilla, en la tierra? ¿ De qué sirve en la tierra tu voz? ¡Soy muy grande, muy alto y terrible! ¡Soy soberbio y tremendo titán! ¡Es mi gloria vivir invencible! ¡Todos huyen de mi! ¡Soy volcán! Y la ardilla le dijo:- ¡Eres vano! ¡Es verdad que tu inspiras terror; mas la gloria no está en ser tirano, sino en ser para todos amor! Que gran conocedor de la psiquis humana. Y tiembla… y se conmueve el alma infantil con el huerfanito. Y busca el calor de los brazos maternos al pensar en: Yo soy Andresito; no tengo mama… ¡En la tumba yace mucho tiempo ha! todas las mañanas le vengo a cortar flores nuevecitas: ¡que lindas están! Y las llevo luego a su santo altar, en donde ella duerme en donde ella esta. Y desde entonces todo en el inmenso mundo que rodea a la niña adquiere una importancia insospechada. Aprende a observar lo que la rodea y cuando mira una paloma no puede dejar de pensar: Todos los días muy tempranito vengo a visitar mis palomitas salen del palomar y vuelan girando alegres por los aires algunas ya tienen pichoncitos. ¡Con que ternura cantan! ¡Oyelas! ¡Que dulces! ¡cu! ¡cu! ¡curru-cucu! Adentrarse en el Método Onomatopéyico para aprender a leer y escribir, del Maestro Torres Quintero, fue adentrarse a un mundo de fantasía, a un mundo que hizo vibrar nuestra sensibilidad y abrir nuestro cerebro al mundo maravilloso del conocimiento, todo de una manera sencilla, aprendiendo a conocer la máscara que sorprende: a,a,a, al cuestionamiento del sordo: e,e,e; al chillido del ratón: i,i,i,; al vocablo del brioso jinete que ordena a su corcel: ooo; y al silbato del tren: u,u,u. Que manera tan hermosa tuvo de hacernos conocer todas y cada una de las cinco vocales: a,e,i,o,u. Y el abecedario: Con los diferentes sonidos emitidos por la garganta de los seres humanos, los ruidos de los animales y las cosas que nos rodean. Así poco a poco hasta que conocimos las letras, que uniéndose con las diferentes vocales, forman la belleza de nuestro idioma Castellano. Imagen: "Mujer que sabe leer y escribir" Bazavilvazo. Col. Mex. INAH. Fondo Fermín Fernández. June 18, 2018 at 11:00AM


Colima Antiguo https://ift.tt/2K02gX7 PROFR. DON GREGORIO TORRES QUINTERO. Por: Maria G Ringwald Los pollitos dicen ¡pio! ¡pio! ¡pio! cuando tienen hambre cuando tienen frío. Cantan las voces frescas y alegres de los niños del primer grado escolar; mientras la maestra frente al pizarrón con la regla en la mano, sigue señalando las estrofas de la canción infantil: La gallina busca, el maíz y el trigo, les de la comida y les presta abrigo. El Pequeño Gran libro en las manos de los niños nos hace recordar ¡cuántas generaciones aprendieron a leer y escribir con el “Método Onomatopéyico” del ilustre Profesor don Gregorio Torres Quintero. Bajo sus dos alas acurrucaditos, hasta el otro día duermen los pollitos. Los niños unen sus manitas y se recuestan sobre ellas fingiendo ser pollitos en busca del calor materno. Y continúa leyendo una niña: La luna brilla en el cielo las estrellas se ven pálidas ahora, ¡qué suave es la luz de la luna!. Parece de plata. La noche es bella, ¡que noche tan linda! ¡que plácida! ¡-cuéntanos un cuento abuelita! “Una zorra fue a beber agua, La noche era de luna, como ahora, y vio a la luna en la laguna, ¡alla está un queso adentro!, dijo ¡ahora si que me lo ceno! y ¡zaz! ¡se echó de cabeza al agua fría! ¡como ríen los niños de la zorra tonta!, y observándolos vienen a la mente los recuerdos infantiles y ¿quién de las generaciones -de antes de la Reforma Escolar- recuerda la dulzura y sencillez de:? Ayer, mamita, sin que me vieran, cogí un rosquillo de la despensa, y en el instante mi mano tiembla: ¿ quien de este susto la causa era? -El gusanillo de la conciencia. Dulce conciencia, ¿quién no guardó en su infancia dentro de su conciencia un “pecadillo” de tal naturaleza?. ¡Recordad!... que es dulce volver a vivir. Y no tan sólo el inolvidable Maestro Torres Quintero, nos dejó escrita su poesía en esta inapreciable joya, orgullo de los Colimenses y de la nación entera; sino que también nos dejó las perlas de su sabiduría: “La boca del maldiciente es venenosa serpiente”. O “Bella es la luz de la mañana bello el fulgor de la estrella pero es mas bella, mas bella, el alma que el bien adora”. Y se eleva el espíritu. Y se afianzan los cimientos de una juventud sana, fuerte, que recibe estas perlas poco a poco… y así, ¿Quién al ver al sol no se hizo la misma pregunta cuando niño fue? ¡Oh sol rutilante! ¡Sol madrugador! ¡Cuán temprano sales a enviar tu fulgor!. Ayer te ocultaste después que jugué! ¿En dónde dormiste la noche que fué?. Yo no duermo niña hasta China fui, alumbré a los moros y a los negros vi. Y tiembla la tierna mente infantil y no alcanza a comprender ¿ hasta dónde están los moros? Y… ¿Quiénes son los moros? Y duda… y duda… y la duda permanece. Y los moros crecen dentro de su fantasía y se convierten en seres gigantescos con un solo ojo en la frente y persiguen a los niños… y ahí quedan “los moros” almacenados en el rincón de los recuerdos infantiles. Y se sigue tejiendo la fantasía: Culebrita: ¿quieres volar un rato? asi le dijeron dos garzas blancas -Gracias, contestó. No tengo alas. -Te llevaremos colgada de un palito. lo coges con la boca, pero callada. -¡Cuan amables! ¡Si! Volare un rato. Y al verla colgada entre las garzas unos niños dijeron: -¡Ja! ¡ja! ¡ja! ¿Una culebra volando? ¡Que extraño! Las culebras son bobas y no vuelan. -¿Quién dice que no vuelo? Dijo ella Pero al hablar se soltó… ¡y se mató!. Volar… volar… ¿Qué se sentirá volar? Y la tierna mente infantil se eleva por los montes y por los valles y vuela… y vuela en su imaginación por los espacios siderales… hasta que alguien la baja de los cielos, con un… -¡ Niña! ¿Qué estás haciendo? ¡tú siempre en la luna!. Y así, siguen forjándose los cimientos firmes y poderosos: -“Nunca mires reverente al rico por su riqueza Ni desprecies insolente al pobre por su pobreza”. Y se va forjando la dignidad del ser humano por siempre y para siempre; pero no siempre se puede hacer ni tenerlo todo y algunas veces… de vez en cuando… la fantasía vuelve a la realidad y el dolor hunde al ser humano, no obstante se aprende que: “Nunca al dolor te abandones no te entregues al placer, procura siempre tener mas fuerza que tus pasiones”. O afirmando nuestro nacionalismo: Soy mexicano porque nací en esta tierra mexicana que yo adoro. Maestro Torres Quintero, ¡Cuánto admiro su sabiduría!: Una vez el volcán en la sierra le dijo a la ardilla veloz: ¿Qué vales, ardilla, en la tierra? ¿ De qué sirve en la tierra tu voz? ¡Soy muy grande, muy alto y terrible! ¡Soy soberbio y tremendo titán! ¡Es mi gloria vivir invencible! ¡Todos huyen de mi! ¡Soy volcán! Y la ardilla le dijo:- ¡Eres vano! ¡Es verdad que tu inspiras terror; mas la gloria no está en ser tirano, sino en ser para todos amor! Que gran conocedor de la psiquis humana. Y tiembla… y se conmueve el alma infantil con el huerfanito. Y busca el calor de los brazos maternos al pensar en: Yo soy Andresito; no tengo mama… ¡En la tumba yace mucho tiempo ha! todas las mañanas le vengo a cortar flores nuevecitas: ¡que lindas están! Y las llevo luego a su santo altar, en donde ella duerme en donde ella esta. Y desde entonces todo en el inmenso mundo que rodea a la niña adquiere una importancia insospechada. Aprende a observar lo que la rodea y cuando mira una paloma no puede dejar de pensar: Todos los días muy tempranito vengo a visitar mis palomitas salen del palomar y vuelan girando alegres por los aires algunas ya tienen pichoncitos. ¡Con que ternura cantan! ¡Oyelas! ¡Que dulces! ¡cu! ¡cu! ¡curru-cucu! Adentrarse en el Método Onomatopéyico para aprender a leer y escribir, del Maestro Torres Quintero, fue adentrarse a un mundo de fantasía, a un mundo que hizo vibrar nuestra sensibilidad y abrir nuestro cerebro al mundo maravilloso del conocimiento, todo de una manera sencilla, aprendiendo a conocer la máscara que sorprende: a,a,a, al cuestionamiento del sordo: e,e,e; al chillido del ratón: i,i,i,; al vocablo del brioso jinete que ordena a su corcel: ooo; y al silbato del tren: u,u,u. Que manera tan hermosa tuvo de hacernos conocer todas y cada una de las cinco vocales: a,e,i,o,u. Y el abecedario: Con los diferentes sonidos emitidos por la garganta de los seres humanos, los ruidos de los animales y las cosas que nos rodean. Así poco a poco hasta que conocimos las letras, que uniéndose con las diferentes vocales, forman la belleza de nuestro idioma Castellano. Imagen: "Mujer que sabe leer y escribir" Bazavilvazo. Col. Mex. INAH. Fondo Fermín Fernández.

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