PON EL MOUSE EN LA IMAGEN PARA DETENERLA Y ACCEDER

Universidad de Colima

miércoles, 5 de septiembre de 2018

Una reflexión personal y una historia sin recuerdos. Un provinciano en la ciudad por Fer Montes de Oca.

Este mes se cumple un año de la muerte de mi papá. Chava, le decían los pocos amigos que le conocí; Salva, su hermana. “Sucedió rápido”, podrían decir algunos, pero en realidad nadie sabe cuál es la velocidad exacta para morir. Tenía 70 años, o 74, según el acta de nacimiento de su preferencia pues, cuenta la leyenda, que un día se incendió el registro público de Pihuamo, en Jalisco, y con él se fue el documento original de mi papá. Cuando lo renovó se quitó 4 años. Así nomás se volvió 48 meses más joven. Nunca lloré su partida, pero antes de que comiencen a juzgar a éste, su cuarto descendiente, déjenme platicarles que fueron días de inmenso shock, por no decir años. Sé que soy afortunado por haberlo conocido, porque hay muchas personas por ahí sin saber quién los trajo al mundo. Sin embargo, está muy cabrón que yo lo veía unas 10 veces al año, una hora máximo, en promedio, por cada encuentro. No voy a sacar las cuentas de cuánto tiempo fue eso, pero sé que no era lo más recomendado. Hace poco mi hermana me pidió unas palabras para él, pero no lo logré. No fue la falta de inspiración, sino que no tenía muchas historias para contar. Sabía que le gustaba el café con azúcar, los melates y oler bonito. Carajo, creo que conozco más sobre el chofer del último Uber en el que viajé. 

 

Los días en que todo pasó.

 

Septiembre de 2017 fue catastrófico para una inmensa cantidad de mexicanos. Mis hermanos y yo incluidos. El 14, mi papá entra al hospital, pocas horas después lo ingresan a terapia intensiva. Una diabetes mal cuidada lo estaba alojando en una habitación fría y una camilla incómoda. Mi hermana me marca por teléfono y me cuenta la situación. A pesar de que eran las 6 de la tarde yo continuaba en la oficina, y acababa de recibir un correo de mi actual jefa: “Gracias por mandar tu CV para la vacante que tenemos en Animal Político”, comenzaba el mensaje. Mi cabeza voló durante los siguientes 4 días, los médicos se contradecían, la tensión aumentaba y yo aún tenía un email que mandar. El sábado, al tercer día, mi mamá, en un plan casi exigente, me pide que me ausente unas horas de todo asunto médico y me vaya a un café a trabajar en las respuestas a un examen que me habían pedido para obtener el trabajo. Era 16 de septiembre, para esa “noche mexicana” habíamos quedado en hacer una fiesta en la azotea de un amigo, estábamos ahí, comiendo carne asada y tomando cervezas cuando lo solté por primera vez: “amigos, mi papá está en el hospital, los médicos dicen que es muy probable que no sobreviva”. Me abrazaron y brindamos por la vida de Chava

 

Mi papá falleció la tarde siguiente. 

 

 Estas luces estaban en la azotea de mi amigo. Foto:@NandoDeOca

 

Íbamos camino a comer, cuando mi hermana responde el teléfono y empieza a llorar. Lo entendí. Tomé su celular y desde ahí llegaron los momentos que nos demuestran de golpe la adultez. Me encargué del traslado hospital-funeraria, de sugerir cómo vestirlo, de recibir arreglos florales, de atender a un gran número de personas que daban el pésame. No hay manual para todo esto. Comprendí también que es necesario dejarse ayudar, ceder y aceptar que hay personas que te quieren mucho, que quieren estar contigo y que se preocupan por ti. El lunes fuimos al cementerio a despedirnos. Tampoco lloré. 

Ese día recibí noticias del trabajo al cual estaba aspirando, me pedían una entrevista para el día siguiente: martes 19 de septiembre. 

 

Fueron días con más de 24 horas, donde el tiempo pasaba lento. 

 

Sobre papá.

 

Mi papá trabajaba en “Los Rojos”, quién sabe si lo conocían. Tenía un camión donde hacía viajes, muchos viajes durante toda su vida. Sé que tomaba cerveza, porque en más de una ocasión lo vi escondiéndola de nosotros, pero jamás lo vi borracho, ni en lo más mínimo. Le conocí una gran cantidad de celulares porque los perdía o los descomponía, yo era el encargado de poner los accesos rápidos: registraba del 2 al 4 nuestros teléfonos para que fuera más fácil comunicarse. Cuando hablaba por teléfono yo tenía que colgar, porque sino podía escuchar el resto de sus conversaciones, y, de alguna u otra forma, siempre trataba de darnos recomendaciones para el futuro. 

 

He escuchado a muchos papás, y a muchos hijos, con historias diferentes a la mía, unas mejores y otras peores. Me quedo con mis momentos sin muchos recuerdos, aunque hubiera deseado tener más. Les comparto que esta experiencia me hace magnificar cada ocasión que pasamos juntos. Es como si pensáramos en momentos de nuestra vida que han sido cortos, pero disfrutables, como un festival que se hace cada año: vamos, vemos a nuestra banda favorita y pasamos buenos ratos, después, cuando alguien nos pregunta cómo la pasamos, respondemos con detalles; son pequeñas historias pero agrandadas, porque queremos contar cosas específicas sobre ellas, ¿me doy a entender? 

 

Puedo concluir que así fueron los momentos con papá, durante los pocos encuentros que tuvimos juntos en mis 26 años.

 




La familia completa. 

Instagram: @NandoDeOca


El remate. 

 

Al final, tuve la entrevista, un par de horas antes del sismo que azotó en la Ciudad de México. Obtuve el trabajo y me mudé de Colima a los 11 días. Si ustedes están pasando por un mal momento, llámese ruptura, una muerte cercana, o simplemente no saben qué carajo hacer con su vida, pero tienen en puerta una oportunidad, les recomiendo, desde lo más sincero de mi ser, que no la dejen pasar. Haber respondido ese correo, aquel fin de semana catastrófico, ha sido una de las mejores decisiones de mi vida. Que nada los/las hunda.





Soy Fernando. A los 27 años me mudé a la Ciudad de México con un montón de miedos que se han ido quitando conforme pasa el tiempo. Cito a Colima en casi todas mis conversaciones.
Twitter: @NandoDeOca

Instagram: @NandoDeOca


No hay comentarios:

Publicar un comentario