*El investigador de la UdeC, José
Manuel Palma y la investigadora del INIFAP, Gabriela Orozco, impartieron el
taller “Elaboración
de biocarbón con residuos vegetales locales”.
“El biochar o carbón vegetal (biocarbón) se obtiene
mediante una sencilla tecnología, de bajo costo, para enriquecer la agricultura
y ganadería optimizando el uso del agua, complementando la alimentación de
rumiantes y como apoyo en la adsorción [fenómeno por el cual un sólido o un líquido
atraen y retienen en su superficie gases, vapores, líquidos o cuerpos disueltos]
de metano y amoníaco”.
Lo anterior fue explicado por el
profesor-investigador del Centro Universitario de Investigación y Desarrollo
Agropecuario (CUIDA) de la Universidad de Colima, José Manuel Palma García,
quien en días recientes, junto con la investigadora del INIFAP Campo
Experimental Tecomán, Gabriela Orozco Gutiérrez, impartió el taller “Elaboración
de biocarbón con residuos vegetales locales”.
Palma García invitó a conocer esta tecnología, “que
está a la mano y no hay pretexto alguno para no hacerlo y desarrollarlo”. Explicó
que el biocarbón es un gran retenedor de agua porque tiene una gran capacidad de
adsorción. Dijo que cada kilo de volumen de este carbón puede captar 1.5 o
hasta 6 litros de agua; “por lo tanto, se vuelve una tecnología para optimizar
el uso del agua”, señaló el investigador.
Además, dijo, se puede dar a los animales como
alimento, por ejemplo para disminuir la cantidad de metano en la panza de los
rumiantes, lo que mejora su metabolismo porque disminuye este gas de efecto
invernadero. También puede controlar las diarreas de los animales, detalló. Otro
uso, añadió, es ponerlo sobre el estiércol de los cerdos y pollos para ayudar a
captar el amoníaco.
El doctor en Ciencias Pecuarias, Palma García,
describió al biocarbón o biochar como “una estrategia de utilización residual
de tipo vegetal seco, que se obtiene a través de una técnica conocida como
pirólisis”. La pirólisis, explicó, consiste en colocar los residuales vegetales
secos en ollas, tambos u hoyos cónicos en la tierra, llevarlos a temperaturas de
entre 500 a 700 grados centígrados, con ausencia o baja presencia de oxígeno.
Palma García dijo que existen diferentes formas de
conseguir estas temperaturas, ya sea utilizando un tambo metálico de 200 litros
o un hoyo en el piso conocido como Kon-Tiki, que es un modelo suizo desarrollado
para esta función. El Kon-Tiki, de forma cónica, tiene 1.5 metros de diámetro
en superficie, una inclinación de 65 grados y una profundidad de 90 centímetros,
describió.
Agregó que se prende el fuego en el fondo y se
agregan las ramas o residuales que, al irse quemando en la parte inferior,
producen la temperatura deseada. Reciben la presión del material, se mantiene
la temperatura de 500 grados centígrados y se va eliminando la presencia del
oxígeno.
La textura del biocarbón, que se obtiene usando
esta técnica, es porosa y puede desbaratarse con las manos, a diferencia del
carbón que se usa para cocinar o asar, que es duro, pues no es calentado a tan
altas temperaturas y se produce en contacto con el oxígeno. Una vez obtenido el
biochar, debe ser molido para aprovechar su capacidad adsorbente.
Sobre la pertinencia de esta técnica, José Manuel
Palma señaló que en Colima se realizan muchas podas, pero todas se van al
basurero. Él recomendaría que dichas podas se pudieran transformar en
biocarbón.
Respecto al estado del arte en México de esta
ecotecnología, dijo que es incipiente, pues hay pocos investigadores que trabajan
en esto. Lo que se hace es a nivel de academia, y a nivel de producción son
pocas personas que lo trabajan, sólo a nivel industrial. También dijo que esta
estrategia se discute alrededor del mundo como una manera para fijar carbono al
nivel del suelo, por lo que se plantea como una estrategia ambientalmente
amigable.
En México, dijo Palma García, “tenemos muchos
residuales que estamos quemando; por ello, en lugar de quemar residuales
agrícolas, residuales de las podas, o simplemente cuando se desmonta un terreno
para la agricultura, en lugar de hacer una quemazón pudiéramos utilizar la
técnica de biochar para enriquecer y poder aprovechar todo eso que se quema”.
Recordó que la hojarasca no es basura, y que se puede
aprovechar una vez seca, a través de esta tecnología, para reintegrarla al
suelo con estos beneficios; “una quema tradicional contamina, pero si utilizamos
este tipo de tecnología estamos ofreciendo una vía atractiva para el medio
ambiente”.
Este taller de “Elaboración de biocarbón con
residuos vegetales locales” se impartió en coordinación con el Jardín Etnobiológico
La Campana, “porque en él hay gran cantidad de recursos vegetales que se pueden
recolectar, y en vez de hacer carbón tradicional, se puede hacer un producto
propio del jardín”.
Por último, Palma García dijo que en Colima existe
un potencial enorme de estudio “porque hay muchas maderas de las cuales no
sabemos cómo se comporten, ya que la calidad del biocarbón estará determinada
por el proceso, la temperatura y por la materia prima utilizada. Nosotros
tenemos una biodiversidad enorme de materiales y hay un campo de acción muy
grande para poder caracterizar los materiales de biomasa residual que tenemos”.
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