Dicho proyecto tiene tres objetivos: dos de origen electrofisiológico, es decir la comunicación que hay entre neuronas, y uno conductual, esto es, la forma en la que se comportan los animales.
A través del proyecto “Estudio de las propiedades antidepresivas de la capsaicina”, investigadores del Centro Universitario de Investigaciones Biomédicas de la Universidad de Colima (CUIB-UdeC), encabezados por el doctor Javier Francisco Alamilla González, buscan extender los estudios de una sustancia que se encuentra en los chiles llamada capsaicina, y que recientemente ha sido ha sido patentada para el tratamiento de la depresión.
La idea central de este proyecto, avalado por la convocatoria de “Ciencia básica y de frontera” del CONAHCYT, no es sólo ahondar sobre los efectos antidepresivos de la capsaicina a un nivel conductual, sino también examinar directamente las células y las neuronas. “Vamos a poder ver a través de un modelo de depresión cómo se ve afectado el funcionamiento de estas neuronas y saber si la capsaicina tiene el efecto que nosotros estamos buscando”.
Dicho proyecto tiene tres objetivos: dos de origen electrofisiológico, es decir la comunicación que hay entre neuronas, y uno conductual, esto es, la forma en la que se comportan los animales.
En el cerebro, explicó el fisiólogo, hay un proceso importante para las neuronas del hipocampo llamado Potencialización de Largo Plazo (LTP, por sus siglas en inglés), “que tiene que ver principalmente con el aprendizaje. Estudios demuestran que, en modelos de animales con depresión y estrés crónico, ya no presentan LTP. Es decir, esta capacidad que tienen las neuronas del hipocampo se ve afectada por el estrés y esto podría estar relacionado con que la dificultad para aprender en personas con depresión”.
“Entonces -continuó- “vamos a estudiar a nivel electrofisiológico, cómo esta sustancia (capsaicina) modula esta capacidad del hipocampo. Nuestra hipótesis es que podría tener un efecto protector sobre dicho proceso”.
El segundo objetivo es el estudio de las sinapsis; es decir, las conexiones entre neuronas, que en modelos animales se ven disminuidas cuando tienen depresión o ansiedad, especialmente en el hipocampo, “pensamos que la capsaicina podría tener un efecto positivo en estas sinapsis”.
El tercero es estudiar la combinación de la capsaicina con agonistas del receptor CB1. “Cuando hablamos de receptores -explicó el investigador- nos referimos a proteínas encargadas de detectar y enviar información de diferentes sustancias, como los neurotransmisores. Por ejemplo, el receptor TRPV1 se activa por la capsaicina, mientras que el CB1 se activa con el cannabis. Creemos que parte de los efectos antidepresivos de la capsaicina podría darse a través de los receptores cannabinoides, porque existe relación fisiológica entre estos dos tipos de receptores; las sustancias endógenas que activan a uno pueden activar al otro”.
Para explorar esta hipótesis, comentó “vamos a realizar un proyecto con una alumna de licenciatura de la Facultad de Ciencias Químicas, donde administraremos el agonista del receptor de CB1 intracerebralmente, y la capsaicina intraperitonealmente, como hemos realizado en toda la investigación”.
Esta última parte del proyecto, dijo, podría ayudar a definir si se pueden usar los receptores CB1 y TRPV1 para el tratamiento de la depresión y así potenciar los efectos antidepresivos de la capsaicina.
En este proyecto también colaboran los doctores Ricardo A. Navarro Polanco, Eloy G. Moreno Galindo y Luis A. Castro, del CUIB de la Facultad de Ciencias Químicas, Néstor Mendoza Muñiz y Hortensia Parra Delgado y de la Universidad Autónoma de Yucatán, José Luis Góngora Alfaro.
La capsaicina es una sustancia que se encuentra en el chile dándole ese picor. Hace 27 años se encontró que había receptores de esta sustancia en el organismo y aproximadamente hace 20 años se descubrió que esos receptores estaban en zonas del cerebro relacionadas con el manejo de las emociones. Entre otras cosas, permitió a los investigadores preguntarse si esta sustancia podría tener un efecto antidepresivo, dando resultados positivos.
Este hecho ha sido un parteaguas para el grupo de investigadores, pues hasta la fecha tienen dos publicaciones, la primera en la revista “Physiology and behavior”, editada en EEUU (en 2018): “La capsaicina produce efectos antidepresivos en la prueba de natación forzada y mejora la respuesta de una dosis subefectiva de amitriptilina en ratas”.
La segunda publicación “El efecto sinérgico similar a un antidepresivo de la capsaicina y el citalopram reduce los efectos secundarios del citalopram sobre la ansiedad y la memoria de trabajo en ratas”, publicado en la revista “Psychopharmacology”, editada en Alemania (en 2020). En 2023 el Instituto Mexicano de la Propiedad Intelectual (IMPI), le otorgó la patente a esta investigación.
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